Era una mezcla de sentimientos:
Ansiedad por el abrazo de
lejos y
Tristeza por dejar los abrazos
de cerca.
Cuando subís a un avión se te hace
difícil
Definir con palabras lo que sentís.
Es como pintar una acuarela de
tu vida.
El corazón se llena por el
reencuentro,
Pero a la vez no soportás tener que partir.
Se invierten los roles.
Cuando uno tiene que decir adiós
Le duele el peso de la incertidumbre de las despedidas.
Se te vuelve costoso cambiar de dirección, de costumbres, de lengua.
Me olvidaba el camino de vuelta, no reconocía nada.
En el desayuno no sabía si le echaba leche al café o al té.
Hablaba raro, me decían la brasilera trucha,
La que traducía su propio idioma.
En pocos días empezás a extrañar
Escuchar el timbre melódico de una lengua
Que tanto te hacía enamorar.
El viento frio que sentías en
las mañanas,
El olor de aires que se combinaban,
El calor de la gente y de su mirada...
Cuando tan lejos te tenés que ir
Mirás desde el cielo con los
ojos empapados y
Solo te sale decir gracias y hasta
luego,
Aunque desconozcas si habrá otra vez.
Uno se va de un lugar que es
suyo,
Pero ese lugar nunca se va de uno.
¡Hay que añorar y anhelar para regresar!
J.C.